Monday, September 7, 2009

Érase una vez había una ABUELA...

First Post: Saturday, March 21, 2009

Mucha gente dice “Mi abuela es la mejor del mundo” pero yo digo que mi abuela es la mejor que me pudo tocar a mí. Abuela tiene 78 años, bien vividos. Crió 4 hijos, tiene 7 nietos humanos y 3 nietos perros, y yo soy la mayor de todos, “La Reina” o Lyly, así me llama ella. Mi abuela tiene todas las características clichosas que tienen las abuelas en las películas, es alcahueta, cocina delicioso, rememora historias del pasado, cree que el mundo de hoy en día es peor que el de hace 30 años y adora su familia. Desde pequeña recuerdo a abuela como alguien que se preocupa por el prójimo, siempre cocina de más por si aparece alguien con hambre, los locos del barrio la quieren como una madre, guarda ropa para regalarla a quien le haga falta, recorta las noticias más importantes y las guarda bajo su cama, es especialista en hacer alcapurrias, pasteles y dulces de todos tipos: de lechoza, de guayaba, de coco, limbers, y todas esas cosas que nos hacen sonreír.

Su familia es importante, se aseguró junto a mi abuelo de criar buenos hijos, de darle un hogar saludable, de que fueran alguien en la vida y con sacrificio lo logró. Como abuela fue increíble, aún recuerdo a mi mamá diciéndole, “Mami, no los estés malcriando tanto”, cuando nos apapachaba o nos defendía. Desde sus años de juventud padece artritis, y ya hace unos años está limitada a una silla de ruedas porque sus rodillas no dan abasto. Ah, pero eso no la detiene, se arrastra con los piecitos de lado a lado a pasos agigantados, por toda la casa, tenemos que perseguirla para que pare, es un ají.

Desde que abuelo falleció hace unos años abuela no es la misma, no se confundan, sigue siendo ella, pero su alegría no es la misma. Mientras abuelo estuvo enfermo con una diabetes que le robó su vida entera (le amputaron ambas piernas, rebajó hasta casi desaparecer) ella estuvo a su lado, cuidándolo, acompañándolo a sus citas, dándole su dieta, y cuando se le fue, como que parte de ella se fue con el. Su sonrisa seguía, pero no era igual, estaba opaca. Se que su pérdida fue muy fuerte. Desde ese entonces su corazón no es el mismo, solo le funciona en unos por cientos, cualquier catarro se convierte en pulmonía, su asma se intensifica y su salud se quebranta, ya está débil, ya sus fuerzas no son las mismas. Y para completar, el maldito Alzhaimers tocó a sus puertas hace unos meses, y aunque está comenzando ya su mente se empieza a debilitar. No recuerda quien estuvo con ella el día anterior, no recuerda si comió, no recuerda los números de teléfono, dice cosas incoherentes, hace maldades (esconde cosas, come lo que no debe, manipula un poco) y de momento vuelve a ser ella por unos minutos, pero en par de horas se va. Ya no habla casi cuando hay mucha gente alrededor, y aunque pareciera que no es algo raro para una viejita, cuando la observo me doy cuenta que su silencio parece ser como si estuviera tratando de recordar quien es, su mirada se pierde y cuando la llamo, “Abuela estás ok?”, me dice, “Que pasó, yo estoy bien”. Y a veces pienso que se está olvidando de quien soy…y eso, ufffff, duele un montón. Yo se que ella trata de recordar, y eso es lo más difícil.

Mañana le celebramos un año más, y no sabemos si será el último o si le quedan 20 más, pero mientras podamos seguiremos de su lado y yo haré lo posible por que no se olvide de mi, porque me recuerde, porque le sigan brillando los ojos cuando me ve, porque me pregunte dónde fue mi último viaje, porque me abrace con esa fuerza y ese amor que solo una abuela sabe dar… abuelita, aquí voy a estar.

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